Parte I
“Primera Impresión”
¿Por qué
llegamos a esta edad en lo que todo parece, o es, cada vez más difícil?
Solo quiero
comprender la mitad de las cosas que me pasan. No entiendo por qué voy hacia el lado que no me corresponde, y
así termino, reprochando mis errores.
Aquel día,
martes 20 de marzo de 2012 exactamente a las 14:15 hs, abrí la puerta a mi
pesadilla.
Una mesa larga con ocho sillas llenaban el
lugar, ocho sillas, de las cuales siete ocupadas y ese lugar restante era para
mí. Tomé asiento. En frente mío un
muchacho con poca barba hablaba
descontroladamente y era un poco mayor que yo (Nicolás), a su lado un niño, de cabello rubio, intentaba llamar
la atención con sus chistes (Lucas), a mi
izquierda mi sobrina escribía en
su cuaderno, le seguía su amiga (Celia) –que por cierto, nunca me cayó bien-,
justo en diagonal una chica callada, tímida, miraba su carpeta (Camila). En la
última silla, contra la pared,un chico apuesto,morocho y con uniforme, deleitaba mi vista desde que entré. En la cabecera, a mi derecha, mi profesora hablaba en inglés.
Todos
completaban la hoja de ejercicios que había entregado la profesora…
Habían terminado, menos yo, que ni
siquiera había apoyado mi lapicera. Seguía volando, seguía en esa nube, como si no estuviera en la tierra.
Regrese a casa
tan tonta como lo estaba en inglés:
-
¿Cómo te fue?- ( preguntó mi mamá)
-
Bien, supongo- (conteste sin interés )
En mi habitación dormí
con la imagen de ese muchacho en mi cabeza. La semana fue dura hasta llegar al veintisiete, la segunda
clase, donde seguramente lo vería de
nuevo. Al entrar sentí algo de desilusión, pues él no estaba. Nos sentamos y,
la profe nos saludó y comenzamos con la clase:
-
¿pasaron bien la semana?
-
¡Bien, algo aburrida por la lluvia!- (contestó Celia, tan detestable
como de costumbre)
-
¿y su hijo “teacher”?- (preguntó Lucas)
-
No pudo venir, tenía que terminar tarea
En ese momento fue cuando dije…
Si falta una
sola persona… él faltó….y…entonces quiere decir que…
-¡AUCH!- (grité
por dentro) –
Al martes siguiente, tres de abril, se
repitió su ausencia. Lo peor de todo es que me estaba afectando bastante el comenzar a olvidar su rostro después de 15
días.
Tras una semana
más, diez de abril, llegó mi alivio, estaba allí concentrado en su libro. Una
vez ubicada en mi lugar pasé mi cuaderno de apuntes para que anotaran sus
teléfonos. ¡Bien! El paso uno estaba hecho, ya tenía su número.
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