Parte II
“Verdad y
desilusión”
Nos mensajeamos y hablamos hasta el
diecisiete de abril, esa clase yo había llevado algo para compartir, y todos
sin problema alguno, nos reíamos y disfrutábamos.
El día veintitrés decidí que debía decirle
las cosas que sentía, tenía la necesidad de soltarlo, no podía esconderlo más. El veinticuatro, luego de seis semanas, decidí nada más que
responder a esos coqueteos de siempre por parte de él. Estaba sentado a mi lado
y un papel pasaba de regazo a regazo sin que nadie se enterara. Desde que
desdobló ese papel por última vez dejó
de hablarme.
Pasaban los días y no contestaba mis
mensajes, no me hablaba en clases, no me miraba siquiera.
Yo, vivía
acompañada de insomnios, agonías y delirios, hasta que me di cuenta de que, por
primera vez, me había enamorado. Cada martes llegaba a mi casa de muy mal
humor, ni yo me soportaba y pasaba noches enteras preguntándome qué había hecho
mal. Finalmente, después de haber hecho interminables intentos enviando
mensajes, aproveché la situación:
El sábado nueve de junio mi mamá me había
regalado un nuevo celular, mi número aún no lo tenía nadie. Cuando tuve
crédito, miércoles trece, se me ocurrió mandar un mensaje:
-
Hola, ¿Cómo andas?
-
¿Quién sos?
-
…(no conteste)
-
¿Para qué me mandas mensajes si no me vas a decir quién sos?
-
Tenía ganas de molestarte…
Había entrado en un juego interesante en el que lo había
hecho rogar para rebelar mi identidad. Pistas, pistas y más pistas, solo pedía
pistas y hacía preguntas como: ¿Cuándo fue la última vez que te vi?, ¿Dónde?,
¿Cómo te conocí? Hasta que acabó el
divertido juego…
¿Hablé con
vos….a través de un papel?
¡Oh-Oh! ¡Llegó el fin de mi identidad
secreta! Había disfrutado por un momento su intriga… Una vez dijo: “a mí nadie
me deja con la intriga”.
Conteste que sí y me “explicó”:
“No te hablé
porque…ya me pasó una vez y salió lastimada esa persona. No lo quería para vos”
¿Qué? ¡Pero él fue el que empezó a
coquetear! En fin…respuesta fue la más falsa que podía haber dado en mi vida:
-
Bueno, seamos amigos
-
Si, te doy una segunda oportunidad.
¿Segunda
oportunidad? Ni que me hubiera sentido privilegiada.
Pensé que al martes siguiente, diecinueve,
todo volvería a la normalidad, pero no
fue así, seguía igual. Mi ira rebalsaba, no entendía cuál era el problema
ahora. Seguían pasando las semanas y en
el mes de septiembre, luego de sufrir, pensar y razonar, me di por vencida.
Solo me encargue de ahogarme en mi
fracaso y no luchar más, ya no valía la pena. No me preocupe más por el asunto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario